sábado, 6 de julio de 2019

Interdisciplina. Música & Salud. En las Jornadas de Extensión Universitaria de la Facultad de Medicina, Universidad de la República. Año 2019.


¿Pudo 
tu domicilio ser
sólo el de las palabras?

Salvador Puig, del poema Por Hecho. 



Jacqueline Ponzo, 6 de julio de 2019. 

El sábado pasado se asomaba con decisión el frío de junio que difícilmente una puede explicar a los hermanos de otras latitudes y altitudes de nuestra América Latina, mejor llamada Abya Yala, en lengua originaria.  


Sin tiempo a desagotar aún la maleta cargada de abrigos no utilizados en Riobamba (lugar anunciado como uno de los sitios más fríos de Ecuador), llegué al Piso 19 del Hospital de Clínicas. 
Las II Jornadas de Extensión Universitaria de Facultad de Medicina no fueron muy ubicuas en espacio (el Piso 19 del Hospital Universitario no es exactamente lo que uno imagina como escenario para la interacción con la sociedad), ni en tiempo: sábado de tarde, llovizna, frío polar y partido clave de Uruguay por cuartos de final de la Copa América a las 16:00. 


No obstante tanta adversidad, fuimos numerosxs quienes estuvimos allí, no solo el sábado sino también los días previos en que tuvieron lugar las jornadas. 

Luego de la presentación de experiencias, que incluyó entre otras la exposición de Virginia Cozzolino, médica de familia y comunidad de la Policlínica Mano con Mano (Toledo, Canelones, RAP-ASSE, UDA Canelones al Este) y la proyección del video creado por Julio Brum, músico uruguayo (Papagayo Azul, Radio Butiá) sobre la experiencia de musicalización de la sala de espera y el consultorio para los controles de salud de niños y niñas; tuvo lugar la Mesa redonda. 

Ideada por Patricia Manzoni, Directora de la Escuela Universitaria de Tecnología Médica, la Mesa proponía un asunto esencial: la interdisciplina. Por si acaso el interés resultare insuficiente, entre las disciplinas convocadas para la conversación estábamos varias de la salud junto con la música. 

(Antes de seguir adelante quiero decir que el relato de la adversas condiciones del contexto de las Jornadas es solo recurso literario, que no crítica -nota para las organizadoras, por favor!- Cuando se quiere hacer y estar, siempre es posible. Siempre. 
Por mi parte, anhelaba estar allí, y deseaba que la mesa quedase programada el sábado y no otro, pues solo así podía llegar a tiempo. Tuve suerte, y para la organización solo tengo agradecimiento!).

Músicos de la cantera universitaria y la cantera popular, enfermera, filósofo, fonoaudióloga, maestra, médica: el simple enunciado de la procedencia de quienes allí nos congregamos da una idea de la interesante gama de colores que ofrecía la mesa. 

En nuestra experiencia territorial de Canelones al Este venimos transitando prácticas y reflexiones sobre la música y la interdisciplina desde hace varios meses. Nunca planificado, el tema se instaló como ocurre con los asuntos importantes: porque lo colocó ante nosotros la vida misma (cual piedra de Drummond). Virginia, buscadora incansable, siembre intentando la calidad, la esencia, el espacio para la investigación entre los intersticios escasos que deja la demanda asistencial, fue quien trajo el tema. El Universo (llámesele así en este caso al territorio canario de Toledo) conspiró a favor e hizo que Virginia se cruzara con Julio Brum. Fue así que la propuesta que se estaba forjando desde la ignorancia que los seres mortales -universitarios o no, eso no hace la diferencia- solemos tener en relación a la música, y que hubiera contado con la menguada oferta a la que accedemos a través de la transacción entre nuestra sensibilidad, el mercado y la sociedad que habitamos (de lo cual youtube o spotify son buenos resúmenes, pero no buenas fuentes), pudo desarrollarse con el soporte de excelencia que constituye la Radio Butiá y su acervo de música popular latinoamericana, pleno de voces, sonidos, historia, amor y cultura genuina. 

Todo está muy fresco aún, la masa leudando, los fermentos activos. Es necesario aún abrigar al proceso, cuidar su calor. Hace falta un poco más de tiempo para que nos siga impactando, nos marque, nos modele, nos re-modele. Pero van emergiendo algunas ideas, especialmente cuando ocurre el encuentro con otres. La reflexión compartida es alfarería que logra dar forma de palabra a las ideas y emociones.   

Es en ese estado "fermental" que forma parte de este tiempo, que hace días me resuenan en algún sitio del cuerpo o del alma estos versos de Salvador Puig: "¿Pudo/ tu domicilio ser/ sólo el de las palabras?"

La pregunta es retórica. La poesía es filosófica y hasta política. 
La respuesta es contundente: Por supuesto que no. 

El tema es lo que sigue, y cuánto significa: Si las palabras son escaso domilicio para la poesía, cuya esencia es la palabra, cómo podrán ser suficiente habitación para el conocimiento? Esta pregunta no es poética, ni retórica. Es epistémica, eso sí, y muy difícil de responder. 

Me quedo pensando en dos cosas, ambas demasiado inmensas. Sólo las enunciaré para dejarlas abiertas y expuestas a pensar entre varies: 

Una en relación a la medicina:
La música concurre y tiene cabida en nuestra práctica, entre otras cosas, porque las palabras no son suficientes. Necesitamos ese otro lenguaje, esa forma de comunicación, de expresión, de sentir, para contactar más efectivamente con la esencia de las personas con quienes queremos trabajar la salud. 

Otra en relación a la extensión universitaria: 
En un mundo tan retórico como es el académico, los versos de Puig son una sacudida para la reacción, para invitarnos a salir del mundo acartonado de aulas y bibliotecas -tomemos literalmente ésto como domicilio de las palabras, pero no se agota allí-, para empaparnos de mundo, de sociedad, de música popular entre otras cosas, que nos permita esa conexión esencial con el ser social y colectivo al que nos debemos como Universidad pública y latinoamericana. 

Sigamos pensando, arrullando la masa, tejiendo palabras con hebras de distintas fibras, que esto recién comienza. 



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